VUELVEN LAS NOVILLADAS.
Cruzar la dehesa de noche, desayunar migas y dejarte llevar por un camino de gentes hacia la plaza son cosas que solo dan los toros. En la iberia olvidada de España y Portugal, quise ver la novillada de Olivenza.
Román inició el paseíllo sin abandonar Andújar. Sus fallos con los aceros el día de Andalucía le pesaron al inicio de su primer novillo. Sin fuerzas ni problemas, el de Córdoba necesitó al toro para olvidar y olvidarse. El final de la faena nos regaló los mejores momentos con la muleta en la derecha y unos remates de gusto. La espada no fue perfecta ni un problema. Saludos desde el tercio.
En su segundo novillo mejoró a la par que empeoró el novillo. Manso desde el principio, necesitaba alejarlo de las tablas. Román lo intentó sin querer abandonar su concepción del toreo. No fue posible. Casi entera, descabellos y silencio.
Marco Pérez recuerda al primer Juli. Nació sabiendo. Su actitud y una buena espada le dio el triunfo (oreja y oreja). Es de los que embisten cuando no lo hace el toro. En su primer novillo, con más dudas, le vio algo que yo no vi. En el segundo, más mansote, decidió abrir la puerta grande a fuerza de insistir. Su tauromaquia necesita de la emoción del riesgo.
Zulueta llegó con cara de responsable. Debutaba y confirmó lo que dicen de él. Torea con gusto y gusta. Es de los que saben llevar el sentimiento al último hilo de la muleta. Las dudas del primero se disiparon en el segundo. Oreja y oreja. De peso.
La escuela taurina de la Diputación Provincial de Badajoz sigue dando buenos resultados. Trabajo y dinero suelen ser buenos compañeros. Debutaba también el portugués Bastos y en su primer encierro ya sabe de qué va el tema. Mejor en su primero, porque su segundo fue mejor, el mejor de la mañana. Con más distancia hubiera sacado más petróleo. Saludos y oreja.
Ha tenido que pasar una generación para que los utreros vuelvan a llenar las plazas. Es una buena noticia. Vuelven las novilladas.
Crónica y fotografía: Antonio Rodríguez.